-----Jorge Horacio Richino - Dejando huella en Internet-----

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-----Escritor de la Web-----Jorge Horacio Richino Verdaguer----- Dejando huella en Internet-----
Artículos relacionados con el arte, la cultura, la ciencia, otros temas de interés general, y algunos divagues.

jueves, 24 de marzo de 2011

Continué con mi ruta habitual.



Mundo Animal 
(Cuento breve).


Desolado, frente a una luz de tono sonrosado que me penetraba las pupilas y me llegaba hasta el centro mismo del cerebro, aguardaba en la fila -como todos los demás- en la insoportable espera para que llegase mi turno.
Trataba de eludir el mirar hacia adelante para no hacer más agudo mi sufrimiento. Pero no lo podía evitar, en algún instante me iba a llegar el momento y entonces tendría que tomar decisiones.
Lamentablemente y no pudiendo controlar mi mirada, la dirigía involuntariamente hacia aquel  siniestro cementerio que se presentaba ante mis ojos y que exhibía tanto horror. La muerte se veía por doquier, esparcida en despojos apilados, con restos de sangre todavía y con el sabor a resignación que suelen padecer aquellos que no pudieron defenderse...aquellos a quienes  encontró la muerte, desarmados y sin protección alguna.
Yo era el más intranquilo de todos y aparentemente el que más sufría. El resto parecía más curtido, y a medida que les iba llegando su turno parecía como si una sonrisa se les dibujara levemente en el rostro.
De pronto el encargado me dirigió la mirada firmemente.
Yo ya estaba allí frente a él, entonces me preguntó:
¿Que te ocurre que tienes tanta cara de susto? Mira que aquí no matamos a la gente…
Alégrate que ha llegado tu turno.
¿Que vas a llevar?
Inmediatamente respondí: Dame dos pollos grandes, dos kilos de asado, tres kilos de vacío, dos entrañas, un carré de cerdo, diez supremas de pollo, doce chorizos de cerdo, cuatro riñones; y también esa corvina rubia grande, que está en la conservadora contigua.
Una vez despachado, pagué mi cuenta, y cargué las cosas en el baúl del auto. Me fui pensando que, tal vez, el domingo no se descompusiera el tiempo y que debía detenerme en mitad de camino para comprar la leña para el fuego.
Ya me había olvidado de la aquella imagen de enmarañados animales muertos...de tanto cadáver, de esos trozos seccionados e inertes que parecían lucir en la heladera de la granja "Mundo Animal", donde solía hacer mi compras usuales.
Sin embargo, y ya ingresando al garaje de mi casa, me vino a la mente un último pensamiento:
¿Seremos los humanos los más “animales” (peyorativamente hablando) de todas las especies?
...después la vida me llevó por los caminos habituales.

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Autor: Jorge Horacio Richino.

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